ESPECTÁCULO DE POESÍAS PARA ADULTOS


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Espectáculo poético teatral
"Ella Canto poesías para viajar"
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Espectáculo unipersonal de recitado de poesías y textos especialmente diseñado para eventos, salas de teatro, restaurantes, café concert, etc.
El personaje, Ella Canto, señorita gentil  que acompaña al espectador en un viaje extraordinario por trece poemas que cedidos a la azarosa elección y atraviesan imágenes y ritmos formando una atmósfera cálida y divertida.
El espectáculo fue presentado en formato de teatro callejero a la gorra, en el año 2007 en España en el Paseo del Retiro y en las líneas de metro en Madrid; en el marco de la Feria del Libro en Alcalá de Henares; en el Centro Histórico de Palma de Mallorca y en el restaurante Isla Verde de dicha ciudad, con sorpresa y entusiasmo del público.
Durante el verano 2009, de regreso a la Argentina, Ella Canto pasea por las Sierras Chicas, los espectadores en  los bares de Unquillo y de Río Ceballos aceptan el viaje que propone con su valija  y mucho lo valoran con su contribución voluntaria y su atenta escucha. Ella está encantada, viaja a San Marcos Sierras y es invitada a hacer su espectáculo en Macondo Resto- Bar, los espectadores asombrados aplauden al final de cada recitado.
En abril se presenta en el espectáculo Circo Invisible en la galería de arte cordobesa Mirabile, y seguirá abriendo puertas de la ciudad para sorprender con su magia.


Presentación por ELLA CANTO: _

¡Buenos Días! Mucho gusto.
Les diré: mi nombre es Ella Canto, estoy viajando
hace algún tiempo; y bueno, pasaba por aquí,
quisiera saludarles: ¡Buenos Días!
Cómo les decía, voy viajando, con esta valija.
Llevo algo que debo entregar y me parece…
que es éste, éste el lugar más más bonito para ofrecerlo.
Son unos pequeños versos de grandes poetas.
Mi propósito es contarlos a los cuatro vientos
para que suene la poesía, la imagen pura.
¡Voluntad amigos! He pasado por aquí para convidarles de
un viaje, o de otro u otro: Gelman, Dalton,
Dickenson, Cardoso, Embrikios, Kafka, Lamberti
Storni, Orozco, Calvino, Pizarnik.
Rumbo al misterio y la imagen, develando el sentido
obtuso de la compra y venta, buen destino les propongo.
Prepárense los valientes ¡Animaos os digo!
que una vez que se diga la palabra, se quedará en el eco,
se destaparán los desvíos del sonido guardado
y volverán a reunirse con esa imagen que les aguardará en el sueño.
¡Anímense a elegir destino! Aquí pasa la valija,
va volando de mi mano y se posa ante… Usted…
Mire, a ver… el azar es la forma más segura de viajar,
fíese de sus leyes, a ver... a ver…
qué insólito destino le deparará, un viaje hacia…
Me dispondré ante l@s presentes, festejaré la palabra
de otros en la boca mía, de Ella,
y llegado el silencio del fin del poema
me despediré con ardor ante los compañeros viajeros.
Esperando les haya gustado la experiencia compartida
de la palabra en la voz, deseando volver a verles,
sigo viajando, despacio, buscando el rumbo,
y a donde vaya me quedo,
por algún tiempo, en el eco del lugar.
"A la voz la recoge el viento y la pasea por sus recovecos"
¡Escúchenlo! Trae los secretos…
si lo esperan llegará.




Ella Canto

Vestido verde llevas
preciosa al caminar
moñito en la espalda
y peinado al compás

Va caminando por allí
y se detiene ante ti
te ofrece un viaje,
algo de poesía.
Recita si quieres
y sigue su camino.

Abran el juego
que quiere jugar
¡Es Ella, es Ella!
pronto cantará.

Anda paseando
anda mirando
conociendo el lugar,
de los encuentros
los desencuentros
y sabe admirar.

Amanece soñando
en algún lugar
abre la puerta
y sale a volar.

La calle tiene un propio palpitar
Ella lo detiene, lo hace respirar,
un zumbido irónico quiere despertar,
que atraviese el cielo y siga más allá.

                        Julieta Barrantes






ANTOLOGÍA  VIAJERA

Poesías y textos recitados por Ella


I

Atalaya

Sostenemos nuestros rostros entre las manos
y vemos distancias multicolores
nuestros pensamientos nacen y se reproducen
en cada una de nuestras miradas.

No florecieron en vano tantos milagros
su gracia es una alta enredadera
que aprieta el futuro y nuestra vida
entre los astros.

                             Andrea  Embrikios



II
Nadie soy
¿Quién eres tu?
¿Eres  tu nadie también?
Entonces somos dos
¡No lo digas!
Nos han relegado ¿sabes?

¡Qué triste ser alguien!
vulgar como una rana
que canta su nombre
todo el santo día
¡A un pantano
que admira!

             EMILY DICKINSON
                     (1830- 1886)




III

Solo la sed
el silencio
ningún encuentro

Cuídate amor mío
cuidate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra.


                                   ALEJANDRA PIZARNIK


IV
Tu interior

Tu interior está expuesto ante todos, ¿lo ves?
Si lo sentís lejos, es que te está acercando.
Tu interior es una casa deshabitada
por la que pasan multitudes.
Tu interior no te pertenece, está en la música
que todos oyen, en el cielo que todos ven.
No es raro que te sientas desnudo del cuello para arriba.
No es raro que te sientas lluvioso del pecho para adentro.


                                                                            Tomás Cardoso

V

La realidad y el deseo


La realidad, si la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba cuando comienza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caida,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adios debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas la puertas del deseo.

                                                                        OLGA OROZCO

VI

Las feas palabras 


En la garganta de un beodo muerto
se quedan las palabras
que despreció la poesía,
yo las rescato
con manos de fantasma,
con manos piadosas,
es decir, ya que todo lo muerto
tiene la licuada piedad
de su propia experiencia.

Furtivamente os las abandono,
feas las caras sucias
bajo el esplendor de las lámparas;
babeantes, sobre su desnudez deforme
Los dientes y los párpados  apretados
esperando el bofetón.

Amadlas también, os digo,
reñir a la poesía, la limpidez de su regazo,
dotarlas de biografía ilustre,
limpiarles la fiebre de la frente
y rodearlas de serenas frescuras,
para que participen también
de nuestra fiesta.

ROQUE DALTON





VII

Las ciudades sutiles 5         

            Si queréis creerme, bien.
            Ahora diré como es Octavia, ciudad telaraña.
            Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas por cuerdas y cadenas y pasarelas. Uno camina por los travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intervalos, o se aferra a las mallas de una red de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa una nube, se entrevé más abajo en el fondo del despeñadero.
            Esta es la base de la ciudad: una red que sirve para pasar y para sostener. Todo lo demás, en vez de alzarse encima, cuelga hacía abajo: escalas de cuerda, hamacas, casas en forma de bolsa, percheros, terrazas como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos colgados de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas de luces, tiestos con plantas de follaje colgante.
            Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Octavia es menos incierta que en otras ciudades, sabe que la resistencia de la red tiene un límite.-
                          
                                                                                                             ITALO CALVINO


VIII

El pueblo vecino

Mi abuelo solía decir: la vida es asombrosamente corta.
Ahora esta frase me salta a la memoria y la inunda de tal forma que,
apenas comprendo cómo un joven puede decidirse a cabalgar
hasta el pueblo vecino sin temer que,
excepción hecha de desgraciadas casualidades,
ya el tiempo de la vida que transcurre normal y felizmente
sea con mucho insuficiente para semejante carrera. 
                                                                             Franz Kafka
                                                                             (1883 - 1924)
IX

La Caricia Perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos… En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida, ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara en llegar.
Nadie llega, están solos los floridos senderos.
La caricia perdida rodará… rodará…

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves a esa mano, ni a esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?


                                               Alfonsina Storni


X

María la sirvienta

Se llamaba María todo el tiempo de sus diesisiete años,
era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
pero lo importante fue que en la valija le encontraron
un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

Qué manera era esa de pecar de pecar,
decían las señoras acostumbradas a la discreción
y en señal de horror levantaban las cejas
con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

Los señores meditaron  rápidamente sobre los peligros
de la prostitución o de la falta de prostitución,
rememoraban sus hazañas con chirusas diversas
y decían severos: desdeluegoquerida.

En la comisaría fueron decentes con ella,
sólo la manosearon de sargento para arriba,
pero María se ocupaba de llorar,
los pajaritos se les despintaron bajo la lluvia de lágrimas.

Había mucha gente desagradada con María
por su manera de empaquetar los resultados del amor
y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia
o por lo menos francamente la haría menos bruta.

Aquella noche las señoras y señores se perfumaban con ardor
por el niño que decía la verdad,
por el niño que era puro,
por el que era tierno,
por el bueno,
en fin,
por todos los niños muertos que cargaban en las valijas del alma
y comenzaron a heder súbitamente
mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.

                                                                           JUAN GELMAN


XI

Naranja

Fue hace poco y el cielo se puso oscuro, muy.
Entramos en casa y cerramos las ventanas,
todas menos la que daba a la calle y al cielo.
Esperamos, y fue natural
ver suceder la lluvia toda y después
nubes naranjas
El sol fuerte de la tarde todavía daba luz
y fundía los árboles en  sombras cercanas.

Fue corta la tormenta y ahora todo cantaba,
bichos, ranas, el viento, mi voz.
     
                                                     JULIETA BARRANTES


XII
.         .           .          .          . . .h o r m i g a s

Tengo hormigas en la boca y en la espalda.
Hacen ruido como un pensamiento loco,
desvariado, que gira en espiral y marea.
Hormigas, concientes en un fin grupal,
alimentan una sociedad en mis
entrañas encefálicas.
¿No ves una salir por mi oreja?

                      JULIETA BARRANTES



XIII

El techo del vecino

Y un día papá compró un caballo. Habrá creído
que solucionaba todos sus problemas,
que iba a cerrar la carnicería, empezar a tomar whisky,
fumar puros en bata y cosas así. En cuanto al caballo:
se llamaba Fotón, y tenía una mancha entre los ojos
que le bajaba hasta el hocico. Todavía puedo
olerlo. La cosa, como es sabido, no funcionó,
y mamá abrió la puerta de la jaula donde teníamos
los cardenales y el tordo. Siempre hacía eso cuando se enojaba.
Pero los pájaros se quedaban en el techo del vecino, desorientados,
y papá debía subir con un balde y una toalla para traerlos de regreso,
como el pastor con las ovejas perdidas. También: en enero
un relámpago feroz podía dejarnos a oscuras,
con una vela titilante sobre el modular
esperando que vuelva la luz.

                                                      LUCIANO LAMBERTI