DISPARADOR
fotos y textos
fotos y textos
Fotos: Marcelo Goldín
Textos: Julieta Barrantes
1*
De todo ese río y de todo ese
cielo
sustrae una palabra como destilando esencia de las flores
l tubos mágicos rulos
de vapor
l caminos fríos y sinuosos
\/ por una gota
inmensidad pequeñita
El viaja, él es el viajero galáctico que atraviesa portales y sale por
las ventanas. Antes de irse no besa, se despide en su idioma y hace un ademán
hermoso, un bailecito. Queda algo en el ambiente, puntitos mínimos de colores,
que parecen sostenidos para siempre, regalos eternos, cocoliches de adorno,
pero no. Se disuelven en el aire sin que nos demos cuenta.-Son cositos de otro
mundo- dice Elvira, secándose las lágrimas. No puede despedirse sin llorar,
pero eso es bueno, pienso, llorar y despedirse, dejar algo, aunque pronto no se
vea, como un perfume.
Gana. Abre el brazo y lo estira. Siente una gota de transpiración que
desde la axila le recorre todo el brazo, pero ella está quieta, con los ojos
cerrados. El calor es terrible, es de verano en el trópico, es de selva húmeda
y satisfacción. Pero ella esta quieta, como insecto depredador, con el brazo
estirado. La gota se une a más gotas y se hace torrente de sudor, su mano fría
se tensa, es punto de apoyo para todo el cuerpo que se alza patas para arriba,
da una comba en vuelo luchador, desplaza una patada abierta al aire y es el
mejor floreio de la ronda. Suena el berimbau.
Es una imagen de su sueño, tan fugaz como un pececito. Cierra los ojos, se
detiene en el desayuno, no traga el café con leche, intenta armar en su cabeza
de nuevo esa imagen que le perturbó en la noche. Hay un vértigo en el sueño,
ella estaría a punto de caer, ella es ella u otra, o él y está a punto de
cruzar una puerta o crucificarse. Suena el top en la radio, se ha hecho tarde.
No sabe qué hacer con el café, lo deja al costado de la bacha, sin tomarlo, sin
tirarlo. Recorre, busca, sale cerrando la puerta con llave. Algo le paraliza el
destino, es esa imagen, se ha dicho y pude que sí, pero enciende el auto y
choca en la primera esquina. Cruz de sal.
5*
La bruja mira por la ventana
ha dejado cosas por hacer y brebajes en el fuego
pero mira afuera y aprende
del celo de los perros, del llamado de los olores
del grito del gallo muerto, de las peleas de las palomas
del timbre del cartero.
Ella lo recibe acomodándose el pelo
y mordiéndose el labio.
Él no sabe si aceptar
mira su teléfono y su bolso de trabajo.
Ella lo libera poniéndose al lado de la puerta
y lo retiene sacando el talón de su zapato
pies de
alondra
Él se decide y descruza la correa de su bolso.
Dragón cansado. Vencido en el suelo. Ojos aún con fuego. Hora de apretar
el botón. De irse del juego. De atravesar dimensiones y que parezca que no fue,
que casi que nada que a otra cosa
m a r i p o s a
8*
suelta al potro y lo monta
viaja rumbo a la ciudad
que de lejos muestra su espuela
su antena aguda
su alta conexión.
Yo subo mis luces
las timoneo
subo mis sombras
las suelto al viento
van atadas a un cordel infinito
que juega la ronda entre mis manos.
Si veo el hilo no veo el cielo
si veo el cielo no veo el vuelo
ato el hilo a mi muñeca y corro
levanto vuelo
soy barrilete
de un lado blanco y del otro
negro.
negro.
Con una taza de té caliente entre las manos, nos contó de su último
viaje. Estábamos todos desvelados, hasta Mauricio había prendido su pipa y
ardía la madrugada. “El motor no encendía
y debía administrar el combustible y no desperdiciarlo en pruebas
inútiles. Pronto comprendí que debía olvidar el asunto hasta el otro día y
ocuparme de acampar. Venía la noche.” Todos nos recogimos unos junto a otros
escuchando, viajaba la pipa de mano en mano. Le siguió un relato asombroso, de
rigor en el frío de las montañas de piedra, de caminatas larguísimas, de
perderse en el desierto; pero mi corazón se detenía en sus manos, en sus gestos
al hablar, en ese cansancio profundo que lo recostaba en el asiento junto a
nosotros, en su voz rasposa y de triunfo por haber llegado con provisiones, en
su olor a viaje y a combustible. Me desentendía de las palabras para no
angustiarme por él, allá buscando el camino y el regreso, para no absorber de
él el miedo, que me abría en la piel un ardor de grieta en la montaña.
Escuchaba sus suspiros y pensaba que todo eso había pasado, que mis rezos se
habían concretado y estábamos de nuevo en ronda, celebrando.
De pronto se dio cuenta y fijó su mirada en mi viaje de alivio. - ¿En
dónde estarás Ángela? Y eso lo cambió todo y para siempre, porque entonces mi
miedo descubierto encontró su realidad. Ya no era mi padre, si no me nombraba
como siempre, como a una hija de su amor, si me nombraba cual mujer, de igual
manera que a una de sangre de otra sangre. Se había ido y en su viaje no había
vuelto. ¿Y si otro ser de las cuevas oscuras había tomado su cuerpo?
Era hora de irme, de protegerme del extraño que me deseaba con su voz y
su mirada. Junté un bolso y escapé esa misma madrugada. Fue el frío o el
desvelo que me llevaron hacia el río para cruzarlo y llegar al otro pueblo.
Ahora tiro mis piedras mágicas y el viento dice de ir a las montañas, buscar a
mi padre entre las rocas, un amuleto perdido que le devuelva el alma. Pero no
me siento capaz, mi miedo es grande, yo pequeña y quizás otro ser también de mí
se valga. Acá en este pueblo ofrendo al río mis peligros y mis flores. Las
piedras señalan algo, no lo entiendo, las vuelvo a su bolsa de cuero y escondo
en mis polleras su mensaje de viento. Él no me buscará y todos sabrán, como yo,
que quien fue antes ha muerto.
Fue hace poco, el cielo se puso
oscuro, muy.
Entramos en casa y cerramos las
ventanas,
cerramos todas menos una,
la que daba a la calle y al cielo.
Esperamos, y fue natural
verse suceder la lluvia toda y
después
nubes naranjas.
El sol fuerte de la tarde
todavía daba luz
y fundía los árboles en sombras cercanas.
Fue corta la tormenta, ahora
todo cantaba,
bichos, ranas, canaletas, el
viento, mi voz.
Me encontré con ellos en la plaza
de noche, tenían bolsas en las manos y la mirada perdida. Me quiero ir
de acá dijo uno, me dan miedo esas estatuas. Y yo que no había dicho nada
antes, dije que los invitaba a mi casa, que estaba cerca. Víctor sacó la boca
de la boca de Sandra y me miró desconfiado, ella habló muy fuerte pero en otro
idioma, entonces él dijo si, vamos. Yo festejé el vértigo en silencio y me paré
rápido, porque tenía frio y los pies helados. Allá habrá algo caliente y luz de
velas. Vi de nuevo a Mateo pero me pareció tan dado vuelta que desconfié en que
pudiera pararse y caminar con nosotros, estaba frío como estatua. Además,
Alberto, el loquito con miedo, pasó su brazo pesado de monstruo callejero por
mi espalda, por mi hombro, hasta tomarme del cuello y me sentí rehén de mi
convidada y se apagaron las velitas de golpe. Pero Víctor y Sandra eran buenos,
y mientras Alberto me arrastraba a mí, ellos arrastraban a Mateo, por que
dejarlo ahí era para dejarlo muerto. Llegamos y a todos les pintó el hambre,
Sandra abría las puertas de la alacena como siempre por su casa, pero bastaba
con calentar lo de la heladera, ella estaba tan contenta que me abrazaba y me
besaba y me besaba en la boca y se reía y yo me reía y la empujaba. Hasta que
entró Víctor y me miró tan feo que yo le dije ¡Pendeja! y la miré fijo hasta
que miró al suelo. Mateo estaba comiendo y Alberto dormía, mientras se hacía de
día. Había pasado tan rápido la noche que parecía otra ciudad y otra estación.
Mateo me miró por fin, pensé que nunca se iba a dar cuenta de que yo estaba ahí
y lo miraba, con una sonrisa extendió el plato, le dije que no había más, pero
que podíamos hacer algo. Él se levantó y dijo que si, hagamos algo, me dijo y
me empujó hasta la mesada donde me sentó y me besó con la boca sucia de perro
humano, yo me salí y le di otra seca al pucho, y prendí la radio. Él abrió los
ojos, como queriendo despabilarse y me agarró la mano, vamos linda, me dijo, tengo
acá cerca un lugar mágico. Pero al salir por la puerta, yo fui quien lo guió
por el ascensor hasta la terraza. El sol se abría paso después de meses, a
saludarnos, y era una fugaz presencia, hasta que se corriera de nuevo el telón
de nubes y volviera a acariciarnos, en esta ciudad, en esta época del año.
Vamos linda, me dijo, y me abrazó por la cintura y eso despertaba en mi la
voluntad de ver del ciego y era ese salto al vacío, nuestro único destino
cierto, porque en los bolsillos sólo teníamos nuestras manos, jóvenes, sucias y
valientes.
14*
Cruce con luces amarillas
y llegué a vos
y llegué a vos
diluvio a puertas cerradas
convivimos en la nada
que es el tiempo extinto
en tu abrazo,
en tu abrazo,
es el tiempo extinto
de luces rojas.
nadie escapa con esa luz
giraban sobre la casa las gaviotas
buscaba el peine y el anzuelo
para meterme bajo las colchas
susurrabas algo entre dormido
hay mucha luz afuera
podría seguirte corriendo
tironearte la pollera al alcanzarte
y hacerte caer de rodillas
te sostendría
el sudor sobre la arena
y besaría en la frente
nadie escapa con esa luz
giraban sobre la casa las gaviotas
buscaba el peine y el anzuelo
para meterme bajo las colchas
susurrabas algo entre dormido
hay mucha luz afuera
podría seguirte corriendo
tironearte la pollera al alcanzarte
y hacerte caer de rodillas
te sostendría
el sudor sobre la arena
y besaría en la frente
abrí ese cajón infinidad de veces en el día
sólo habían dos o tres lugares dónde podía estar
y repasaba la última vez que lo tuve en mis manos
giro estrecho y desproporcionado
las cosas sin nombre
perdidas en el doble fondo
de la magia
son los duendes que lo esconden
estaba ahí
donde había visto
mil veces
buscando
sostener abierto el obturador
y ver
alguna vez no estuve bajo esa lupa
pero no era del todo libre tampoco
alguna vez escuché
que si mirás fijo algo mucho tiempo
sale de foco el objeto y le ves el aura
me dijo que le salía facilmente y sinparpadear
el que parpadea pierde y se va a dormir sin luz ni brillo
voy subiendo la sierra
como abriendo un túnel con las manos
voy abriendo un hueco en el silencio
se llenará de palmas y de risas
y solo por verte bailar
es que desplumo este pájaro cantor
de cuero
y de aliento
pastillita roja
caíste en el desacuerdo
un single tarareado
todo el día en tu cabeza
la chica rubia
acepta tu mano
y acepta el desafío
la sustancia hizo efecto
No hay comentarios:
Publicar un comentario